Este análisis tiene que ver con una manera profundamente arraigada en la cultura y en los valores del imperio norteamericano, traducida luego en lo que va a ser su comportamiento diplomático con el resto del mundo. Los gobiernos estadounidenses no creen en acuerdos y tratados, ni en la palabra por más sagrada que sea. No creen sino en sus intereses y negocios. Véase cómo hoy se han burlado de la manera más descarada y horrible de uno de los principios básico del Libre Mercado, del liberalismo su base económica filosófica, imponiendo sanciones comerciales y bloqueos a docenas de naciones en el mundo. Lo último ha sido amedrentar al planeta con aranceles de manera más caprichosa y violenta.

Pues bien, y esto no se trata de que sea una acción personal de Trump. No señor, eso está en la naturaleza del sistema norteamericano, porque los gringos son una extensión mil veces peor que la de sus padres, los piratas y colonos ingleses. Aprendieron de sus padres colonizadores, todas las arterías insólitas de la traición, el engaño y la perfidia. Por ejemplo, a diferencia de nuestra Declaración de Independencia en Venezuela, el 5 de julio de 1811, la de Estados Unidos descartó completamente a los indios y a los negros, éstos no podían ser libres, sino que había que exterminarlos. Más aún, los indios se convirtieron para "próceres" como George Washington, Thomas Jefferson, John Adams, Benjamin Franklin, Alexander Hamilton, John Jay and James Madison, en enemigos peores que los propios colonos ingleses. El exterminio de los grupos indígenas en Norteamérica lo llevaron a cabo, sobre todo, los "padres fundadores" de la república gringa.

Escribe Howard Zinn en su libro "La otra Historia de los Estados Unidos", que a los indios en esa Declaración no se les había considerado como iguales, "sobre todo a la hora de escoger a los que iban a gobernar en los territorios donde vivían y respecto a la posibilidad de vivir felizmente, como antes de la llegada de los europeos blancos". Expulsados los británicos, en lugar de incorporarlos como ciudadanos, los nuevos patriotas iniciaron un proceso de exterminio, asesinándolos aún sin que éstos mostraran ningún tipo de resistencia. "En resumidas cuentas –agrega Howard Zinn-, como lo expresó Francis Jennings, los blancos americanos luchaban contra el control imperial británico del Este, y por su propio imperialismo en el Oeste".

Llama poderosamente la atención el método que comenzaron a utilizar aquellos padres fundadores con los indígenas autóctonos de Norteamérica, el mismo que luego aplicarían al resto de América Latina. No sigue diciendo Zinn que en Nueva York, a través de un sutil sistema con la típica artería de los colonos ingleses (que luego aplicarían sus hijos, los gringos, de la manera más refinada y cruel con el resto del continente), se apoderaron de 800.000 acres de territorio mohawk, dando así por concluido el "período de amistad" entre mohawks y la ciudad de Nueva York. Y vamos a ver la inocencia de aquel jefe Hendrick de los mohawks al hablar al gobernador George Clinton y al concejo provincial de Nueva York en 1753: "Hermano cuando vinimos aquí para relatar nuestras quejas sobre las tierras, esperábamos que se nos atendiera…, – cómo, Dios mío, se les podía ocurrir llamar HERMANO a esos asesinos británicos: el mismo error que hemos venido cometiendo nosotros los latinoamericanos desde hace más de dos siglos con los malditos yanquis…

Sigue diciendo jefe Hendrick de los mohawks: "y te hemos dicho que era probable que se rompiera el Gran Acuerdo (Covenant Chain) de nuestros antepasados, y Hermano, ahora nos dices que se nos reagrupará en Albany, pero los conocemos demasiado bien, no nos fiaremos de ellos, porque ellos (los comerciantes de Albany) no son personas sino diablos y... en cuanto lleguemos a casa enviaremos un Cinturón de Wampum a nuestros Hermanos de las otras 5 Naciones para informarles que el Gran Acuerdo entre nosotros está roto. Así que, Hermano, no esperes oír más noticias de mí, y Hermano, nosotros tampoco queremos saber nada de ti".

Todavía en pleno siglo XXI, cuántos gobiernos en Latino América siguen llamado "Hermano" a Estados Unidos, aunque les invada y les desprecie, y eche a patadas a sus nativos que lleguen como migrantes a su "tierra", usurpada.

Vean la forma artera y horrenda cómo actúan los europeos con sus aliados débiles, acciones que luego los gringos acabarían refinando con el correr de los años, siendo hoy las que aplican en Asia, Oriente Medio, África y América Latina. Vamos a ver que el uso de la guerra bacteriológica la llegaron a aplicar los gringos en el siglo XVIII contra los indios. Resulta, que cuando los ingleses luchaban contra los franceses por conquistar el Norte de América en la Guerra de los Siete Años, los indios lucharon con los franceses. Nos dice Zinn que los franceses eran comerciantes y no ocupantes de los territorios indios, mientras que quedaba claro que los británicos deseaban poseer sus territorios de caza y su espacio vital. Y agrega: "Cuando acabó esa guerra en 1763, los franceses, ignorando a sus viejos aliados, cedieron a los británicos los territorios al oeste de los montes Apalaches. Los indios se unieron para luchar contra los fuertes británicos en el oeste, a este fenómeno los británicos lo llamaron la "Conspiración de Pontiac", pero en palabras de Francis Jennings fue "guerra de liberación para la independencia". A las órdenes del general británico Jeffrey Amherst, el comandante de Fort Pitts dio mantas del hospital contaminadas con viruela a los indios atacantes con que estaba negociando. Fue un episodio pionero en lo que hoy llamamos la guerra biológica. Pronto se declaró una epidemia entre los indios".