Este 4 de junio, se cumplirán 195 años del asesinato del Gran Mariscal de Ayacucho, de los más valiosos personajes de América, quien debe ser para los jóvenes venezolanos, uno de los ejemplos superiores de lealtad, constancia en el trabajo y en el estudio, perseverante en sus ideales, profundamente creativo en todas sus batallas y estrategias. Fue joven siempre en el pensamiento y la acción, y murió a los 35 años cuando todavía podía dar tanto a la patria Gran Americana.
Antonio José de Sucre ha sido el más grande estratega militar en la guerra de Independencia, incluso reconocido por el propio Libertador Simón Bolívar. Habiendo concluido la Batalla de Ayacucho, el 9 de diciembre de 1824, Bolívar impresionado por la capacidad militar, diplomática y guerrera de su más grande soldado, llegó a definir a los tres hombres que en definitiva tenían en sus manos el destino de la Gran Colombia: el Mariscal Antonio José de Sucre como EL HOMBRE DE LA GUERRA, el vicepresidente Francisco de Paula Santander como EL HOMBRE DE LAS LEYES y él, el Libertador, se reconoció como EL HOMBRE DE LAS DIFICULTADES.
Cuando ya el Libertador había completado la independencia de la Nueva Granada con la Batalla de Boyacá en 1819, y la independencia de Venezuela con la Batalla de Carabobo en 1821, y decide marchar al Sur para libertar el resto del continente, prácticamente será el Mariscal Antonio José de Sucre quien lo logre y lo culmine todo gloriosamente. La Batalla de Bomboná que el Libertador consigue el 7 de abril de 1822, se debe a los grandiosos movimientos envolventes contra el enemigo que ejecuta Sucre simultáneamente en Quito, y que culmina con la sorprendente victoria en Pichincha. Puede decirse que Sucre le abrió el camino al Libertador para que éste pudiese pasar a Quito, vencer a los tenebrosos pastusos a quienes ningún patriota había vencido en diez años de luchas.
Liberado Quito con la Batalla de Pichincha y reencontrándose Sucre con Bolívar, se pudo dar la grandiosa entrevista del Libertador con San Martín en Guayaquil, que le permitió pasar a libertar Perú. Los políticos de partido en Bogotá estaban desconcertados por la fulgurante estrella de Sucre en el Sur, por lo que bajo el mando de Santander se reunieron y el Congreso decidió despojar del mando de la guerra en Perú al Libertador esperando que, con esta decisión, fuesen destrozadas nuestras fuerzas patriotas. Luego de la Batalla de Junín, el Libertador entregó todas sus fuerzas bajo la dirección de Sucre, para que éste completara definitivamente la liberación de nuestro continente en la decisiva batalla de Ayacucho.
Los más mediocres generales, los peores políticos de partido que dominaban el Congreso, atormentados por la envidia, profundamente recelosos al ver cómo brillaba la sublime estrella de Sucre, en 1830 publicaron por multitudes de periódicos que ya el pueblo estaba cansado de "la tiranía de Bolívar" y que había que eliminar a los adictos a su mando, como Sucre, para alcanzar la VERDADERA LIBERTAD que ellos tanto anhelaban y la que verdaderamente querían. Se publicó explícitamente que había que matarlos, a Bolívar y a Sucre. Y lo que sucedió fue que en matando a Sucre en Berruecos, el 4 de junio de 1830, Bolívar, al conocer tan terrible noticia, dándose una palmada en la frente exclamó: "Se ha derramado, Dios excelso, la sangre del inocente Abel. Lo han matado porque era mi sucesor… La bala cruel que te hirió el corazón mató a Colombia y me quitó la vida. Como soldado fuiste la victoria, como magistrado la justicia, como ciudadano el patriotismo, como vencedor la clemencia, como amigo la lealtad". Y ese día Bolívar también murió.
Es impresionante saber, que Sucre moría asesinado luego de un vértigo de grandiosas victorias, a la edad de 35 años.