María Corina y el espejismo electoral: cuando la oposición trabaja para el gobierno

La derecha venezolana, representada por María Corina Machado, no pierde la costumbre de construir narrativas de victoria donde hay, en realidad, descalabros estratégicos. Esta vez, su gran logro ha sido transformar la abstención del 25M en un supuesto avance. Al parecer, el hecho de que un alto porcentaje de la población haya optado por no votar es ahora una "hazaña opositora", un símbolo de resistencia.

Pero la realidad es otra. Ninguna victoria se avizora, ni siquiera un pequeño avance en la oposición. Mientras Machado y sus seguidores se aferran a la abstención como única herramienta política, el gobierno sigue su marcha inquebrantable, reforzando su dominio en gobernaciones y en la Asamblea Nacional. La ultraderecha, obsesionada con su propio discurso de éxito, solo consolida el poder gubernamenal

La abstención impuesta: un país sin opciones reales

El problema no es solo que la derecha celebra la falta de participación. Es que, en Venezuela, la abstención muchas veces no es una elección, sino una imposición.

La población desconfía del Consejo Nacional Electoral, un órgano bajo control gubernamental. La sombra del fraude del 28J aún pesa sobre el imaginario colectivo. Pero lo más grave es que sectores completos de la sociedad han sido impedidos de participar políticamente: partidos de izquierda y centro han sido ilegalizados, sus direcciones arrebatadas, sus candidatos bloqueados.

Así, el venezolano no elige no votar, sino que se enfrenta a una ausencia de opciones. Lo más insólito es que la oposición radical, en lugar de construir espacios de representación, alienta la abstención como si eso fuese una gran hazaña.

Las sanciones como estrategia fallida

Mientras Machado insiste en celebrar la abstención, sigue promoviendo sanciones económicas contra Venezuela desde Estados Unidos, un castigo que ha demostrado ser inútil contra la cúpula gubernamental, pero devastador para el ciudadano común.

Las sanciones no han debilitado al Estado, sino a los trabajadores. La precarización económica, el desmantelamiento del salario, todo eso ha sido profundizado por sanciones que sólo han estrangulado aún más a quienes ya estaban en el margen de la sobrevivencia.

¿Qué ha ganado la oposición con estas estrategias? Nada. Ni poder político, ni un camino claro hacia el cambio. Pero eso sí, ha conseguido hacerle la vida aún más difícil al pueblo que supuestamente representa.

La izquierda opositora: atrapada en el fuego cruzado

Frente a este escenario, los sectores de izquierda que rechazan al gobierno de Maduro se encuentran en una posición compleja: criticar al gobierno sin caer en el discurso de la derecha reaccionaria.

Pero han quedado aislados. Mientras algunos sectores progresistas y de izquierda en el mundo todavía ven al chavismo como un referente legítimo, la realidad venezolana es otra: un modelo que ha desmontado derechos laborales, bloqueado la participación política y consolidado un sistema de poder a costa del pueblo.

La izquierda mundial tiene que despertar. No basta con defender a Maduro porque el enemigo tradicional es Estados Unidos. No basta con mirar a otro lado cuando el chavismo persigue disidentes. Defender los derechos humanos y la democracia debe ser una tarea universal, sin importar quién es el opresor.

 

 



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Zuleika Matamoros

Zuleika Matamoros, Profesora. Comunicadora popular y alternativa del portal www.aporrea.org. Luchadora y activista social.

 [email protected]      @Matamoros36

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