Refirió Bolívar en el discurso de Angostura en 1819 que "el sistema gobierno perfecto es aquel que produce mayor suma de felicidad posible, mayor suma de seguridad social y mayor suma de estabilidad política".
Muchos han sido los líderes políticos que durante sus campañas electorales les ofrecen a los votantes, una vez que llegan al gobierno, la mayor suma de felicidad. En el caso de EEUU, una vez lograda la independencia y separados del Reino Unido, el primer presidente de las trece provincias recién liberadas, George Washington" les ofreció a sus fanáticos (1879) una forma de gobierno llamada "democracia representativa y alternativa". Con el tiempo, esta forma de administración demostró que en EEUU en el régimen solo están representadas las elites de la sociedad. Son las mismas que ostentan el poder económico, además, un sistema bipartidista que, mediante elecciones libres, mutan en el poder dos organizaciones políticas, es decir, el "partido demócrata" y el "partido republicano". Desde aquella época hasta nuestros días las cosas no han cambiado nada. Hoy EEUU, conformado por 50 provincias, continúa gobernado por las siniestras corporaciones financieras y económicas, que se alteran en el poder cada cuatro años, las cuales financian las campañas de los políticos de ambos partidos que gobiernan en forma dictatorial.
Creo que nunca en EEUU los habitantes de a pie han alcanzado la felicidad y la seguridad social, sobre todo los excluidos, las minorías raciales víctimas de una explotación despiadada. Además, todavía está presente el racismo y la segregación propiciada por los ricos, rubios y cristianos. Es bueno recordar que la esclavitud en EEUU se abolió oficialmente en el 1865, a pesar de los gobiernos democráticos miles de negros traídos de África trabajaron como esclavos en las plantaciones y empresa propiedad de muchos de los líderes de los dos partidos que gobernaban el país. Sin embargo, una cosa fue el decreto de la emancipación y otra cosa fueron los "derechos civiles" de los recién liberados.
Fueron muchos los años de luchas de la población afroestaunidense, lideradas entre otros por Malcon X y Mater Luther King, quienes organizaron un movimiento por los derechos civiles y la igualdad ante la ley de aquellos descendientes de los esclavos, esto tuvo lugar entre 1956 y 1969. Este movimiento incluyó varias acciones estratégicas y pacíficas, como las sentadas en los mostradores de los restaurantes y las marchas de protesta. Fue así como se logró, gracias a este movimiento, la aprobación de la Ley de Derechos civiles en 1964 que prohibía la segregación racial en las escuelas, en el lugar de trabajo e instalaciones que sirven al público en general (lugares públicos), y también, la aplicación desigual de los requisitos de registros de votantes. Todo lo anterior aconteció durante el ejercicio de la democracia representativa y alternativa. Sin embargo, a pesar del anterior decreto, es notorio que el racismo y la segregación racial existe de manera soterrada. La prueba palmaria es que la mayoría de la población carcelaria de EEUU es de color negro, además, la población negra en su mayoría vive en extrema pobreza. Todo esto sucedió durante los gobiernos democráticos de los dos partidos que se alternan en el poder que actúan como testaferros de las nefastas corporaciones económicas gringas.
La democracia de EEUU la ejercen sus líderes de manera extraña, tanto en su país como en el ejercicio de la diplomacia internacional. Queda entendido que dos de los valores en los cuales se sustenta la democracia son la libertad y el derecho de cada nación de darse su forma de gobierno, es decir, respetar el "principio de no intervención". Sin embargo, son numerosos los entremetimientos e invasiones de los gobiernos de EEUU en diversos países del planeta, a manera de ejemplo tenemos a Woodrow Wilson. Durante su presidencia de Estados Unidos intervino directamente en varios países latinoamericanos, e indirectamente en todos para instalar gobiernos sumisos. En 1914 invadió a México para imponer a Venustiano Carranza; en 1915 invadió Haití; en 1916, a la República Dominicana. En esta misma onda, durante la primera mitad del siglo XX otros gobiernos de EEUU propiciaron, financiaron y apoyaron dictaduras militares en países como Guatemala, Nicaragua, Colombia, Venezuela, Argentina, Brasil, Ecuador, Chile…, igual que lo hicieron en naciones africanas. A todo lo anterior se debe agregar los asesinatos llevados a cabo por diversas agencias policiales de EEUU (CIA, FBI…), responsables de crímenes y atentados contra diversos líderes y jefes de estados que se mostraron adversos a la política del Departamento de Estado. A lo anterior debo añadir otros países que fueron cobardemente asaltados e invadidos por diversos gobiernos de EEUU como son: Timor Oriental, Camboya, Las Filipinas, Haití, Nicaragua, Panamá, República Dominicana, Corea, Vietnam, Omán, Afganistán, Grenada, Somalia, Bosnia, Herzegovina, Irak, Libia, Yemen, Sudán, entre tantos. Una extraña manera de concebir la democracia representativa.
De aquella época, de todo tipo de violaciones e invasiones, han pasado muchos años y lo peor, en lo vivido en el siglo XXI los aciagos procedimientos no han cambiado en nada, solo la tecnología armamentista para asesinar más gente en menos tiempo, esto marca la diferencia. Todas aquellas crápulas de expresidentes de EEUU no siguieron ni siguen ninguna doctrina, ni la demócrata ni la republicana, solo aplican la doctrina del dinero que dictan las nefastas corporaciones. Esto fue lo que encontró Donald Trump al llegar al poder, un ferviente racista y un fiel creyente de lo estipulado en el "Destino Manifiesto". Esta es una herramienta ideológica que ha permitido a los Estados Unidos justificar la expansión territorial y su intervención en los asuntos de otros países. Todo esto basándose en la creencia de su superioridad moral y su papel como defensor de la libertad y la democracia. Cuando la única verdad es que a ninguno de aquellos presidentes y hoy a Donald Trump, no le interesa los millones de seres humanos que son asesinados por la acción de las armas, ni tampoco le concierne los aterradores sufrimientos que ocasionan a los pueblos que son exterminados con aquellas.
No hay razón alguna para sorprenderse por las acciones cometidas por Trump durante su primer y segundo período de gobierno, todavía el afán del imperio y del emperador está asentado en su mente. Como siempre, cada presidente ha encontrado (inventado) una excusa para arremeter contra otros países: o bien la defensa de la democracia y la libertad; o también la lucha contra el terrorismo o el narcotráfico; así mismo, la seguridad y defensa nacional de los EEUU; entre tantas razones que insinúa el imperio para castigar a los pueblos desde hace más de dos siglos.
Hoy por hoy los habitantes del planeta están sorprendidos ante las arremetidas y las amenazas del gordinflón rubicundo Trump contra los pueblos del mundo, acciones consideradas vetustas, propias de la época medieval y del nazismo del siglo XX. Tal como lo hicieron los reyes católicos contra los judíos y los moros, como fue la expulsión y robo de sus propiedades, vemos como la administración de Estados Unidos, sin un atisbo de diplomacia, deporta a miles de migrantes, algunos legales y otros no. Muchos de ellos laboran en diversas empresas y plantaciones de EEUU, contribuyendo así al progreso económico de esa nación. Pero no solo los deporta y les roba sus bienes, también los acusa de delincuentes, como en el caso de los cientos de venezolanos a quienes culpa, sin ninguna prueba, de pertenecer a una extinta organización delictiva llamada "tren de Aragua". Pero no basta la acusación sin evidencias de malhechores, también se les niega el derecho de defensa ante un tribunal, violando de esta manera los derechos humanos de los detenidos. De igual modo, el gobierno de EEUU nos recuerda los mismos aciagos procedimientos aplicados por la por la SS y la Gestapo nazi contra los judíos, los gitanos, los dementes, homosexuales, rusos y otros, como es el secuestro de migrantes para enviarlos a un campo de concentración situado en la república de El Salvador, donde tampoco han cometido ningún delito. Todo esto en complicidad con el presidente Bukele. Acción ilegal que esconde un buen negocio, dado que el gobernante centro americano cobra un buen dinero por cada privado de libertad enviado por Trump. Un negocio próspero entre dos "democracias".
Como vemos, en todo lo anterior las acciones están marcadas por el racismo de Trump contra los migrantes latinoamericanos, la violación de los derechos humanos, crímenes de lesa humanidad al imputar de un delito a unos migrantes solo por la razón de ser venezolano. Los atropellos no se quedan en lo señalado, se debe agregar y acusar al gordinflón de Donald Trump del secuestro y robo de niños, a quienes se los arrebatan a sus padres biológicos, como el caso de la niña venezolana. Violando todo tipo de derechos humanos deportaron a la madre, encarcelaron al padre en El Salvador y entregaron la hija a un hogar estadounidense de acogida. Así funciona la democracia de Donald Trump: un presidente que su accionar político está basado en el delito, el secuestro, el racismo y el robo de niños.
El "emperador de pacotilla", según expresó el mismo Donald Trump, aspira gobernar al mundo, todo en consonancia con el "Destino Manifiesto". Es por esto que aspira anexionarse México, Canadá y Groenlandia; decidir sobre la guerra de Ucrania; le entrega armas a Israel para destruir a Gaza; bombardea a Yemen; amenaza con devastar a Irán; le vende arma a Taiwán violando el derecho de una "sola China"; aplica elevados aranceles a todos los países del planeta con el objetivo de construir un EEUU poderoso que opaque la economía China, a la cual considera su enemigo mortal. Así mismo, deja de lado todos los convenios contemplados en la OMC como el libre comercio y tampoco le importa las decisiones de la ONU para acabar con las medidas coercitivas ilegales que afectan a Cuba, Venezuela, Nicaragua…Todo esto es parte de la forma de como EEUU entiende el funcionamiento de la "democracia representativa y alternativa".
Actualmente del gobierno de Venezuela presidido por Nicolás Maduro, emprendió una lucha diplomática y jurídica para rescatar a la niña Mikelis Espinosa Bernal quien de forma ilegal y perversa fue secuestrada y dada en adopción a un hogar de acogida estadounidense. La niña le fue arrebatada a sus padres bajo una infamia, como es la acusación de pertenecer al "tren de Aragua", sin ningún tipo de prueba y sin derecho a la defensa. El gobierno de Trump deberá resarcir y pagar por los daños morales causados contra Mikelis, quien deberá ser entregada a sus seres queridos. Tuvo razón el jurista milanés Cesare Beccaria cuando expresó: "Los delitos deben ser calificados según el daño infligido a la sociedad". Lee que algo queda.