¡Pobre Panamá!

Donald Trump tiene a Panamá sitiado sin disparar un tiro. Ha dicho que recuperará el canal y la presión de esa loca amenaza mantiene los ánimos políticos caldeados en el istmo. Su canciller, Javier Martínez-Acha, a quien Nicolás Maduro llamó “imbécil”, acusándolo de haberse “bajado los pantalones” ante los gringos por no defender con honra a su país, ha declarado ante una comisión de diputados de su país que su estilo es callado e inteligente, que nadie coacciona a Panamá y que es mejor seguir así, calladitos con sabiduría, porque al último panameño que se le ocurrió desafiar a los Estados Unidos con un machete (Manuel Noriega) no terminó muy bien.

¡Pobre Panamá! El canciller prosiguió declarando que el memorando de entendimiento que firmaran ambos países recientemente por el tema del canal no “cede soberanía”, aunque posibilite la presencia de militares estadounidenses sobre el territorio debido a que su tema es la seguridad. ¡Vaya ingenuidad! Que los tales militares no estarán de modo permanente ni podrán establecer bases militares, como si dijera que Panamá no es Irak, de donde no los han podido expulsar en veinte años, o Venezuela, de donde costó un ojo de la cara sacarlos de la Base Aérea Generalísimo Francisco de Miranda. 

Irak y Venezuela poseen el dulce petrolero que jamás empalaga, y Panamá el canal, infraestructura geoestratégica de tráfico interoceánico. Allí hay ingenuidad, a no dudar.

La interpelación se pone tensa cuando un diputado le cuestiona por qué los militares panameños tienen que pedir permiso a los estadounidenses para circular en ciertas zonas de su país; y el inefable Martínez-Acha responde que sólo deben “notificar”, no pedir “autorización. ¡Sin palabra!

Un país como los Estados Unidos, que amenaza con anexarse a Groenlandia o Canadá, no parece el más confiable como para atenerse a un tonto memorándum de comportamiento. Sueña con cogerse el canal, no pagar peaje y espantar a China.

¡Pobre Panamá! Cuatro veces intentó desprenderse de Colombia infructuosamente, y desde la cuarta vez conversó con los yanquis para que en lo sucesivo lo respaldaran (1846, Tratado Mallarino-Bidlack). Su historia e independencia, en verdad, están cifradas en torno al canal, construido por los gringos, finalmente, quienes se sienten padres vitalicios de la criatura, del mismo país panameño. Nada de extraño tiene que lo reclamen como colonia.

El canciller hace honor a su apellido: es un hacha sin filo, sin la H.

 


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Oscar J. Camero

Escritor e investigador. Estudió Literatura en la UCV. Activista de izquierda. Apasionado por la filosofía, fotografía, viajes, ciudad, salud, música llanera y la investigación documental. Animal Político https://zoopolitico.blogspot.com/ https://www.tiktok.com/@comentario_politico?_t=ZM-8tvLQcVBhNX&_r=1

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