¿Qué es ser revolucionario?

Para mí, un revolucionario es una persona que, conociendo la forma como se transforma la sociedad humana, visualiza el futuro y actúa solidariamente para pasar, a través de la intervención individual y colectiva, a una instancia de conciencia superior.

Conocer, visualizar, actuar.

¿Tiene sentido ser revolucionario?

Esta pregunta es importante. ¿Se trata de una acción objetiva, o una ilusión, el pretender avanzar hacia mayores grados de conciencia?

¿Podemos incidir en la historia?

Si observamos el Universo, vemos un proceso evolutivo, en una forma espiraloide.

Según las teorías más aceptadas, todo comenzó con el Big Bang (o fluctuaciones cuánticas en el vacío), hace unos 13.800 millones de años, con una primera gran revolución: de la nada, a la materia y la energía. Donde no había nada, ni espacio, ni tiempo, ni materia, ni energía, sino "vacío", surgió un universo, el tiempo, el espacio, la materia. Esto es lo que puede llamarse una "singularidad", un salto cualitativo, cuántico, algo que surge no por evolución progresiva, sin posible explicación. Esa fue la primera gran revolución del Universo que conocemos.

A partir de allí, la materia y la energía evolucionaron, hacia grados cada vez mayores de organización, de conciencia, de vida. Un ascenso evolutivo, con una gran irrupción hace 4.000 millones de años, con la aparición de la vida unicelular simple. Un salto inmenso, una segunda gran revolución, una singularidad, algo que no era de esperarse por simple evolución en el tiempo.

Continuó evolucionando el Universo hasta hace unos 540 millones de años cuando se dio el tercer gran salto revolutivo: la vida multicelular, el milagro o la explosión cámbrica. Algo insólito, que se dio simultáneamente en todo el planeta, sin que los científicos tengan una explicación clara de cómo se dio este cambio simultáneo.

La evolución progresiva continuó hasta hace un par de millones de años cuando, habiendo pasado la vida a través de diversas formas evolutivas, se dio un gran cambio: la aparición del cerebro neocortical, el ser humano: el cerebro del Universo. Somos, vistos en colectivo, el cerebro del Universo. Esa fue la cuarta gran revolución del Universo, que nos dio una gran responsabilidad a la humanidad.

Estas han sido las cuatro grandes revoluciones del Universo. Ha habido otras menores, pero estas han sido las fundamentales. Y ahora, la quinta está en proceso, asomando…

El Universo ha venido evolucionando, espiraladamente, hacia grados mayores de organización y conciencia, de vida, con saltos revolutivos en determinados momentos. Así que el proceso evolutivo incluye saltos cuánticos revolutivos. Subida, bajada y brinco, como diría Andrés Eloy Blanco.

Espiraladamente, porque oscila, fluye, en continuo movimiento, cual péndulo, entre polos opuestos, pero a cada oscilación, incluye, aunque trasciende, la vuelta anterior: se va elevando en organización, es decir, en consciencia.

La historia humana (o la "Historiología", o "Cronosociología", o "Megahistoria" o Big History, podemos decir) no es la excepción. No es objeto de este escrito explicar esto, pero hay muchas teorías acerca de la evolución histórica humana. Mi visión Incluye las más avanzadas teorías de desarrollo social, de las que soy humilde aprendiz, como la de Carlos Marx ("Formaciones Sociales", "Modos de Producción", "Lucha de Clases"), Herbert Spencer ("Evolución Social", "Darwinismo Social"), Oswald Spengler ("Ciclo de Vida de las Civilizaciones", "Teoría de la Decadencia"), Ortega y Gasset ("Teoría del Perspectivismo y la Razón Vital", "Teoría de las Generaciones"), Arnold Toynbee ("Teoría del Ciclo de las Civilizaciones", "Teoría de la Respuesta y el Desafío"), Clare Graves ("Teoría de los Niveles Emergentes Cíclicos de Existencia", "Sistemas BioPsicoSociales"), P.R. Sarkar ("Teoría del Ciclo Social"), James Baldwin ("Efecto Baldwin" o "Teoría del Desarrollo y la Evolución"), Alvin Toffler (Teoría de las Olas"), Susan Blackmore ("Memética"), Samuel Huntington ("Choque de Civilizaciones"), Javier Belda ("Singularidad histórica", "Transiciones de fase"), Ken Wilber ("Teoría Integral" o "Modelo AQAL") y otras muchas.

No es un simple sincretismo, es tal vez, como lo plantea Wilber, tomar las "generalizaciones orientadoras" ("verdades amplias y generales procedentes de los diferentes campos del conocimiento humano sobre los que existe muy poco desacuerdo"), para construir una teoría que toma lo mejor de cada una, trascendiéndolas.

En fin, todas coinciden en que la historia humana pasa por estadios, hay ciertas tendencias. No es una visión determinista, pero hay tendencias, según las causas objetivas y subjetivas.

Yo veo la historia humana como un sistema complejo, que pasa por diversos "atractores" (Formaciones sociales, olas, sistemas biopsicosociales, o como deseemos llamarlos). La secuencia de atractores no es arbitraria, y el salto de uno a otro depende de la acumulación de tensiones.

De modo que, en el devenir humano, hay evolución, y hay revolución. Cuando se dan ciertas condiciones objetivas, una acumulación de tensiones que sobrepasa la capacidad de equilibrio, acompañadas de condiciones subjetivas, hay la posibilidad de pasar a un atractor más elevado, posibilidad enmarcada dentro del libre albedrío, de la voluntad humana, de las relaciones de fuerzas entre los diversos actores.

Así que sí, tiene sentido ser revolucionario.

Dijimos arriba que un revolucionario es una persona que, conociendo la forma como se transforma la sociedad humana, visualiza el futuro y actúa solidariamente para pasar, a través de la intervención individual y colectiva, a una instancia de conciencia superior.

Un revolucionario es un "apurador" de la historia.

Claro, dependiendo de las condiciones subjetivas, de la relación de fuerzas de poder, también puede haber una regresión (momentánea, vista desde el punto de vista histórico). De allí el papel crucial del revolucionario, de ayudar a crear las condiciones subjetivas propicias, como fuerza de conciencia generar la masa crítica para el cambio, en el momento en el que la sociedad está preparada para ello.

También ha habido momentos históricos en los que se ha pretendido saltar etapas (pasar a un atractor superior cuando no están dadas las condiciones, o saltar dos niveles a la vez), que si bien han contribuido a elevar la conciencia humana, han revertido parcialmente. No se puede forzar el curso de la historia. Clare Graves lo dice así: "Cuando una sociedad intenta avanzar hacia un nuevo nivel de existencia sin que las condiciones de vida y la estructura mental de sus individuos estén listas para sostenerlo, inevitablemente se genera resistencia. En muchos casos, la historia encuentra la manera de regresar a etapas anteriores, reafirmando los valores y estructuras previas hasta que el nuevo sistema pueda ser integrado de manera estable."

Condiciones objetivas y subjetivas

El libre albedrío está enmarcado dentro de ciertas condiciones objetivas y subjetivas. Somos libres para hacer lo que está en nuestra esencia, sujeto a las limitaciones que nos imponen las leyes de la Naturaleza. Tenemos ciertos grados de libertad. Podemos hacer revoluciones, si las condiciones están dadas para ello.

Como el Rey del planeta pequeño de "El Principito". Éste le pide que produzca una puesta de Sol, él quiere verlo:

—Tendremos que esperar… - dice el Rey.

—¿Esperar qué?

—Que el sol se ponga.

Siguiendo el modelo de los cuatro cuadrantes de Ken Wilber, las condiciones objetivas corresponden a los cuadrantes de la derecha: las tangibles, tanto individuales (capacidades fisiológicas humanas) como sociales (instituciones, leyes). Las condiciones subjetivas corresponden al cuadrante izquierdo: lo intangible, tanto individual (grado de conciencia de la persona) como colectivo (lo cultural, la visión de mundo).

Bajo el modelo de Carl Graves, que me gusta mucho, cada ser (persona, grupo social), experimenta cambios en su vida en función de la relación entre estos factores, entre la condición de vida de las personas y su capacidad mental - cerebral. En la medida que éstas cambian, surgen las tendencias a nuevas formas de organización, nuevos sistemas biopsicosociales, nuevos atractores sociales.

Pues bien, el revolucionario sabe reconocer esas condiciones objetivas y subjetivas, sabe captar el signo de los tiempos. No todo el mundo es capaz de ello.

Si en función de la profundidad del cambio por el que una persona se activa podemos llamarla revolucionaria (promueve el cambio del sistema), o bien podemos llamarla reformista (busca reformas parciales y evolutivas que podrían, en su criterio, llevar a un cambio de sistema), o conservadora (pretende mantener lo que hay), o reaccionaria (desea regresar a formas del pasado), en función del grado en que la persona considera los factores objetivos y subjetivos también podemos caracterizarlas, es decir, si basa su acción en esas condiciones, o si actúa sin considerarlas, por exceso o por déficit.

Si tomamos el grado de consideración de las condiciones objetivas y subjetivas para el cambio, podríamos hacer una subdivisión dentro de las posturas revolucionaria, reformista, conservadora y reaccionaria, en función de cómo las personas fundamentan su acción:

Tendríamos un revolucionario realista o pragmático, o simplemente un revolucionario: aquél que analiza las condiciones objetivas y subjetivas para impulsar un cambio de sistema de manera estratégica. Y por otra parte tendríamos un idealista: quien promueve el cambio sin evaluar con precisión la viabilidad, guiado por una convicción profunda. Un idealista no puede llamarse revolucionario.

Por otra parte, tendremos un reformista racional, cuando propone modificaciones progresivas con base en el análisis de la realidad. Y un reformista espontáneo, cuando impulsa reformas sin un diagnóstico sólido sobre sus efectos a largo plazo. En ambos casos difícilmente logrará sus objetivos. Las reformas que estén aisladas de una visión revolucionaria de cambio ayudan al sistema a adaptarse, son contraproducentes. Mucha más bajo este sistema neoliberal, hijo del Modernismo, que es tan resiliente.

En cuando a los conservadores, estos podríamos denominarlos estratégicos, cuando defienden el orden vigente porque lo considera viable dadas las circunstancias objetivas, pero también tenemos los conservadores dogmáticos, que mantienen el sistema por convicción, por tozudez, sin evaluar si las condiciones han cambiado. En ambos casos, defienden un sistema que históricamente ha sido superado, y están condenados, a largo plazo, al fracaso.

Por último, los reaccionarios se ubican en el extremo antihistórico: pueden ser calculadores, cuando buscan regresar al pasado con base en un análisis de las condiciones actuales, y peor aún, ser reaccionarios nostálgicos, pues quieren volver a modelos antiguos sin considerar si aún son viables. Al igual que los conservadores, podrían vencer por un período, pero su acción va en contra de las leyes de la historia.

En toda sociedad se dan todas esas tendencias. Pero sólo la revolucionaria nos alinea con la tendencia evolutiva / revolutiva del Universo. Las tendencias reformistas, conservadoras y reaccionarias pueden tener triunfos momentáneos (regresiones, que muchas veces vemos), pero en definitiva, la sociedad evoluciona hacia mayores grados de conciencia y organización.

¡Podemos apurar la historia¡ Vale la pena ser revolucionario y trabajar para ver la puesta de Sol, la que el Principito desea observar.



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Leopoldo Alberto Cook Antonorsi


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