Hay que Votar para Reafirmar la Soberanía Popular

Abstenerse es salirse del juego

Abstenerse es salirse del juego

Hay que Votar para Reafirmar la Soberanía Popular

     Para éste 26 de mayo Maduro está jugando en el mismo tablero de la elección pasada, pero teniendo ahora la enorme ventaja de contar con la alta propensión a no votar de un sector importante de la población que, aun cuando apuesta al cambio, se siente desanimado y escéptico por la frustración y el terrible choque emocional que le produjo el ‘arrebatón’’ del 28J. Es natural que desconfíe del CNE y del valor del voto como instrumento de cambio, pero también, del liderazgo tradicional de los bandos polarizado porque los identifica como responsable de la prolongación de la terrible crisis que sufre el país. Aunque sabemos que no es fácil superar el desencanto y la desesperanza que dejo el 28J, las venezolanas y venezolanos que optamos por el cambio político, debemos hacer un gran esfuerzo para despojarnos de una cierta conciencia mágica, fatalista y mesiánica, que tiende a relegar al sujeto social a una pasividad acrítica y, levantar la frente en alto para mirar el futuro, no como una fatalidad ni como la obra de un mesías o superhéroe sino, como una construcción volitiva colectiva a la que estamos llamados a ser protagonistas como pueblo, porque somos la fuerza real que puede empujar la carreta de la historia hacia el cambio político, para dejar atrás la ignominia, la degradación y la oscuridad de éste momento histórico aciago para ver la luz de una nueva Venezuela.

     Eso significa que el cambio solo vendrá, si los venezolanos que adversamos al régimen si persistimos en la lucha, sin excluir la participación electoral, por el rescate de las libertades democráticas, el respeto a los derechos humanos y el restablecimiento de la Constitución. Esa tarea nadie la hará por nosotros y tampoco caerá del cielo. La condición básica para que una Nación reclame su soberanía es que la haga valer. Éste es un modo de concebir la lucha muy diferente al que ha venido teniendo el sector de la oposición liderados por María Corina Machado, el cual, en lugar de centrar su estrategia y acción en la participación y movilización del pueblo venezolano, por ser el sujeto fundamental del proceso de cambio, prefiere hipotecarse al gobierno de EEUU y sus aliados, para que sean ellos los que hagan la tares de “liberar” a Venezuela o... ¿de encadenarla? Para ese sector de extrema derecha, la política se resume en impulsar la injerencia e intervención extranjera en la política interna, incluyendo la aplicación de duras sanciones económicas sin importarle el terrible daño que éstas ocasionan a la mayoría de la población, especialmente a la más pobre. Han venido actuando, como también lo viene haciendo el gobierno de Nicolás Maduro, al margen de la Constitución y los intereses de la Nación. Es el mismo sector opositor que plantea como salida a la crisis política derivada del fraude del 28J, un improbable cambio de régimen tutelado por el gobierno de EEUU. Mientras tanto, llaman a congelar la participación política y a no votar en el proceso electoral del 26 de mayo “hasta que el régimen caiga”. El panorama que nos ofrece es esperar que otros decidan por nosotros el destino del país, una salida tutelada por el Tío Sam pues. Pero ¿A qué costo? ¿Una guerra civil? ¿Convertirnos en un Protectorado de EEUU? ¿Y la soberanía nacional? Es la dignidad del pueblo venezolano la que está siendo pisoteada.

     Por su lado el partido-Estado, contando con que tendrá el “terreno libre” y habrá una gran abstención que le dará una amplia victoria en la elección parlamentaria y de gobernadores, se apresta a convocar la reforma constitucional que ha venido cocinando a fuego lento, la cual  podrá imponer fácilmente haciendo uso de su mayoría parlamentaria “renovada el 26M”, para darle la estocada mortal a la Constitución y al régimen democrático participativo y protagónico basado en el sufragio universal directo y secreto, que es el instrumento que permite el ejercicio de la soberanía popular y la democracia directa. Así como también, al conjunto de garantías y derechos políticos, sociales, económicos, culturales y ambientales, establecidos en nuestra Carta Magna. Su objetivo es avanzar hacia la instalación de un modelo de estado totalitario en donde la separación de poderes se diluya, para concentrarse en la cúpula de la simbiosis orgánica del “partido de la revolución” y el Estado, descartando la alternabilidad y el pluralismo político. Este panorama debe hacernos reflexionar sobre muestra responsabilidad como venezolanos ante la historia y las futuras generaciones, considerando la importancia que tiene la elección del próximo domingo 26 de mayo en la que se elegirán 24 gobernaciones, 260 legisladores estadales y 285 diputados a la Asamblea Nacional. Son elecciones de carácter regional y eso podría significar una ventaja para la oposición, si logra convertir la confrontación electoral regional y local en una oportunidad para avanzar. Pero el desafío mayor es aprovechar esta oportunidad irrepetible, para reafirmar con mucha fuerza la voluntad mayoritaria del pueblo venezolano de defender la Constitución, impulsar el cambio político y el rechazo al gobierno autoritario de Nicolás Maduro votando contra sus partidos y candidatos. 

     Si el 26M la votación es masiva, tal como ocurrió el 28J, solo haciendo trampa el partido-Estado podría ganar. Pero si la abstención que pide María Corina y compañía lo favorece los candidatos de Maduro podrían ganar legalmente con el 25% o 30% de la votación. Y si desconocen los resultados, tendrán que repetir la trampa, con todo lo que ello implica, en las 24 gobernaciones, 260 legisladores estadales y 285 escaños de la Asamblea Nacional. Aunque esto permitiría a la oposición convertir este escenario de dispersión territorial del proceso, en una fortaleza para movilizarse y exigir el respeto a la voluntad popular. La verdad es que quien se abstiene, de hecho, se está saliendo del juego político sin que haya terminado favoreciendo de hecho al equipo de Maduro. Llamar a la desmovilización abstencionista es llamar a privarse del cumplimiento de un derecho constitucional fundamental, el sufragio, el cual quizás sea abolido por el partido-Estado si termina concretando su programada reforma constitucional. Abstenerse es dejar de actuar sobre el terreno con evidencias reales para denunciar el ventajismo electoral, la violación una vez más de la soberanía popular y el carácter autoritario del régimen. Es repetir el error cometido por María Corina y compañía en la elección presidencial de 2018, en la cual resultó reelecto Nicolás Maduro cabalgando la abstención estimulada por ellos. Lo mismo ocurriría en estas elecciones de la Asamblea Nacional y autoridades regionales. Si quienes votaron por Edmundo González optan por abstenerse le están dando luz verde al gobierno para que convierta la minoría que es, en una mayoría aplastante con el control territorial del Estado, del poder nacional y estadal, de la Asamblea Nacional y con ella del Poder Ciudadano, el CNE y el TSJ. Éste sería el escenario ideal para que este gobierno autoritario avance aceleradamente hacia la implantación de su proyecto de mutación constitucional, con el fin de establecer un régimen totalitario. Es verdad que probablemente el partido-Estado podría repetir el guion del “arrebatón” porque cuenta con el mismo CNE forajido del 28J. De ser ese el caso, ésta será una nueva oportunidad para denunciar y confrontar al régimen desde la sociedad democrática venezolana. Además, de esa manera se mantendría viva la resistencia al régimen, la defensa de la Constitución y la lucha por el restablecimiento de la democracia. Esto también serviría para continuar acumulando fuerza y articulando voluntades para seguir avanzando e impulsando el movimiento por el cambio. Por todas esas razones el 28 de mayo próximo tenemos una cita con la historia. Hay que votar para reafirmar la soberanía popular y defender la Constitución.        

¡La Constitución no hay que reformarla, hay que cumplirla!



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Gustavo Márquez Marín

Carabobeño, nacido en Valencia, ingeniero egresado de la Universidad de Carabobo donde también ejerció la docencia, durante la gestión del Presidente Hugo Chávez se desempeñó como Ministro de Industria y Comercio (1999), Ministro de Estado para la Integración y Comercio Exterior (2005-2007), Embajador en Austria y Representante Permanente ante los Organismos de Naciones Unidas en Viena (2001-2004), Comisario General del Pabellón de Venezuela en la Expo 2000 Hannover (1999-2001) y Miembro de la Comisión de Negociación con Colombia de las Áreas Marinas y Submarinas (1999-2001).

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