Se fue la luz en España el 28 de abril. Un apagón masivo. Millones afectados entre España, Portugal y Francia, pero se habla de España primordialmente porque surte a Portugal y al sur de Francia. Uno de los episodios de oscuridad más grande registrado en los últimos tiempos.
De acuerdo con Pedro Sánchez, presidente del gobierno español, en apenas cinco segundos desaparecieron 15 gigavatios, el 60% del consumo del país. Corte brusco e inexplicable hasta hoy.
Las razones se barajan desde ciberataques, oscilaciones en los picos energéticos del sistema eléctrico hasta afectaciones de origen atmosférico generadas por las extremas temperaturas del país.
Corren los rumores. Nadie explica. En consecuencia, dada la incertidumbre, hasta los conspiranoicos hacen su agosto con sus naves extrañas, seres allende las estrellas o manipulación alienígena. Es lo que hay, en verdad, ante el vacío. Gente de Andalucía cree que fue un ciberataque, mientras que la misma Red Eléctrica de España (REE) lo desestima y opta por creer que la falla estuvo en la caída previa de dos generadores independientes.
Así de misterioso el panorama, la justicia española ha decidido revestirlo con otro más fuerte: un juez de la Audiencia Nacional de España declara “secreta” la investigación con el propósito de "prevenir una situación que pueda comprometer de forma grave el resultado de la investigación", aplazando durante un mes el silencio. Y las cosas, pues, empiezan a sonar a eso, a sigilo y conveniencias: si no hubo sabotaje, hubo negligencias. Cabezas penden.
Mientras tanto, cinco murieron como consecuencia. Se habla de una familia entera en Galicia. Las muertes anónimas no cuentan.
Pero hay un detalle que arrima este escrito hacia el laboratorio no tanto de los conspiradores como de los conspiranoicos, que hablan de élites, banqueros, dinero y manipulaciones lucrativas de masas. Algunos descreídos afirman que la falla ocurre un mes después de que la Comisión Europea (Ursula von der Leyen) instara a los europeos a comprarse un kit básico de agua, alimentos, medicamentos y baterías para resistir por lo menos 72 horas ante la eventualidad de una guerra, que acarrearía, por supuesto, cortes eléctricos.
Habrá que asumir que nadie le paró al tal kit, como también creer que ahora mismo la gente debe de andar enloquecida comprándoselo.
Dada la locura senil de Europa, no extrañaría que Rusia termine siendo responsable del apagón.