La Abstención deja el Campo Libre al Gobierno
La Ciudadanía se Ejerce: No se Entrega.
No será posible comprender la importancia de lo que nos jugamos el 25 de mayo de 2025, sin una valoración adecuada, y una comprensión profunda, del evento histórico que se produjo con la multitudinaria participación electoral del 28 de julio de 2024. Lo que siguió a esa contundente manifestación de la voluntad del pueblo venezolano, no tenía como objetivo exclusivo burlarse de éste, escamoteándole su derecho a elegir una presidencia. También pretendía generar tal decepción, tal humillación, que al pueblo venezolano no le quedaran ganas de participar electoralmente nunca más. Unido a eso, el gobierno del PSUV desató una masiva represión contra las personas por el delito de ser testigos electorales. Esta es la hora en la que todavía están privados de libertad más de ochocientas personas, en distintas cárceles del país, por haber asumido responsabilidades ciudadanas en el proceso electoral de ese día, o por ser de organizaciones y partidos opositores. Se trataba, y se trata, de hacer desaparecer a la vía electoral del horizonte del pueblo venezolano; de arrancarle, de una vez y para siempre, todo vestigio de democracia. Si comprendemos que estas acciones, además del objetivo de no entregar la presidencia, tenían un discurso, tenían un mensaje, el de que las elecciones se hacen para que el gobierno/PSUV las gane y que así es y así será; la conducta que asumamos como ciudadanía significará, en cualquiera de los casos, una respuesta a ese mensaje, a ese discurso.
Por eso, la significación de las elecciones que están pautadas para el 25 de mayo próximo, trasciende con mucho a los cargos que se eligen, tanto ejecutivos como parlamentarios: le estamos respondiendo al engaño del 28 de julio, y a la significación que el gobierno y el PSUV quieren que tenga.
La reciente detención y desaparición forzada del defensor de Derechos Humanos Eduardo Torres, de la organización PROVEA, y la desaparición del código QR de las actas de votación del simulacro electoral recientemente realizado, son las últimas “puyadas de ojo” para provocarnos a no votar. Se suman a la ignominia de los presos, el que nombrar a Enrique Márquez y Rocío San Miguel, sirva para mencionarlos a todas y todos, quienes continúan privados de libertad, sin derecho a la defensa, ni acceso al conocimiento del expediente levantado contra ellos y ellas.
Quien quiera buscar razones para no votar, no tendrá dificultad para encontrarlas. Las tiene a montones, empezando por el Rector Principal, Elvis Amoroso, quien nos hizo el favor de “transparentar” al Poder Electoral de la República Bolivariana de Venezuela, cerrando el CNE, puertas, ventanas, y la página web, tras las elecciones presidenciales del 28 de julio de 2024, dejando sin hacer y hacer públicas las totalizaciones, y las auditorías de las mismas, a las que estaba obligado por la Ley que rige la materia
Tiene ilegalización arbitraria de candidatos, partidos y tarjetas, para escoger. A las elecciones van, los que el Gobierno-PSUV dicen que vayan. Las fechas, los tiempos, todo de acuerdo a la conveniencia del gobierno y el PSUV. Tiene una multitud de presos por ser opositores políticos, testigos de mesa que transmitieron eficazmente las actas que obraban en su poder.
Tiene, además, el conglomerado mediático, radio televisivo y de redes sociales del Estado venezolano, peculado de uso mediante, servilmente sometido al gobierno y al PSUV, junto con el resto del aparato del Estado. Eso es lo que se llama un atronador llamado a la abstención. Queda clarísimo que el gobierno de Maduro y el PSUV no quieren que votemos, y trabaja intensamente para lograrlo porque de esa manera gana de calle y logra la desmovilización de la resistencia.
Ese pueblo votante del 28 de julio de 2024, que tiene conciencia de lo que hizo y que sabe las consecuencias que tuvo, debe mirar al 25 de mayo de 2025 con mucho detenimiento y ponderación pues, como en muy pocas oportunidades anteriores, votar, o abstenerse de hacerlo, contribuye a definir el futuro inmediato de una forma tan directa.
Hay quienes miran al 25 de mayo de 2025, dando a entender que el 28 de julio de 2024 es “clavo pasado”. Sería algo que ya está definido. Nosotras y nosotros, desde la PCDC, no compartimos esa mirada. Por el contrario, destacamos la indisoluble relación entre las próximas elecciones del 25 de mayo de 2025, y las pasadas del 28 de julio de 2024, en tanto en cuanto las próximas, tienen la misión de ratificar o cuestionar a las primeras. No importa lo que se esté eligiendo. Importa ratificar la proporción 70%, contra el gobierno de Maduro y el PSUV, 30% a favor. Ya el 28 de julio de 2024 nos enseñó que, si participamos multitudinariamente, todo termina sabiéndose. Por eso nos parece que, en el ámbito de la oposición al gobierno de Maduro y el PSUV, llamar a la abstención para el próximo 25 de mayo es no reconocer la victoria del pueblo venezolano el 28 de julio del 2024. Que nos la hayan tenido que robar no la niega como victoria. Por el contrario, la ratifica.
Lo que el gobierno de Maduro y el PSUV hagan con la voluntad del pueblo, expresada en los votos, no es algo que podamos determinar nosotros. Lo que nosotras y nosotros SÍ podemos decidir es nuestra conducta ciudadana. El próximo 25 de mayo todavía habrá una máquina de votación en la que, al pulsar una opción se imprime una papeleta con el voto que se pulsó, al tiempo que se recibe, se graba y se contabiliza en la memoria de la máquina de votación. Ese mínimo control de que el voto que está en la urna es el mismo que está en la memoria de la máquina, es el actual respiradero de la democracia venezolana. Por allí subsiste, a duras penas, la posibilidad de volver a ser la República Bolivariana que alguna vez fuimos. Y, como al parecer está previsto en el proyecto de reforma constitucional que preparan el gobierno de Maduro y el PSUV, está en peligro de desaparecer por completo.
El guion del gobierno de Maduro y el PSUV es transparente como en pocas circunstancias. El 25 de mayo habrá unas elecciones que podrían alcanzar una participación de alrededor del 30% del padrón electoral, lo que para unas elecciones regionales y parlamentarias es normal en cualquier país. De ser así, no sería el silencio sepulcral que esperan quienes, desde la oposición, están promoviendo la abstención. Con ese resultado podría ratificar, el gobierno-PSUV, su actual dominio en gobernaciones y en la Asamblea Nacional. Conscientes como están, de la desmoralización generalizada que se extiende, en la que solo se oye el repunte de la tendencia a migrar, a irse del país, es su oportunidad para ordenar al CNE y a la AN, que programen las elecciones municipales para cuando esté listo el proyecto de reforma constitucional, que le permitiría avanzar hacia el establecimiento de un régimen totalitario, para someterla a referendo, conjunta o separadamente de las municipales, pero para muy pronto.
El otro punto de vista es el del pueblo venezolano que votó masivamente el 28 de julio del 2024. Del pueblo que supo saltar por encima de muchas diferencias para confluir en objetivos comunes y actuar en forma eficaz, evitando la dispersión de la fuerza. Todas esas son lecciones aprendidas del 28 de julio. Salir a votar siendo consciente que ese simple hecho, ese simple gesto de salir a votar, cuando el gobierno de Maduro y el PSUV nos creían desactivados por depresión y reconcomio, ya es una victoria. Salir a llenar nuestro espacio en el cuaderno de votación. Garantizar personalmente que nadie se coló en nuestra casilla y firmar que votamos y que queremos seguir votando. Con tan solo votar contra los candidatos del gobierno de Maduro-PSUV, y sus otros partidos del GPP, ya le descuadramos la cuenta al Bloque de Poder. Ya hicimos lo que éste no quería que hiciésemos. Sea cual sea nuestro voto, si no es por el gobierno y el PSUV, ya va sumando para la meta del 70% que ratifica y convalida al 28 de julio de 2024.
Si multitudinariamente, en todo el país, hacemos esto de salir a votar, reproduciendo la situación política del 28 de julio de 2024, y el gobierno de Maduro-PSUV se ven forzados a un nuevo arrebatón, “para guardar las apariencias”, eso sería colocar a las fuerzas del gobierno de Maduro y el PSUV en la peor condición institucional posible. Sería nuestro momento de acumulación de fuerzas frente a su momento de acumulación de debilidades. Y el voto seguiría vivo como instrumento de cambio porque, con esa demostración de fuerza por parte de las oposiciones, y de debilidad por parte del gobierno, les sería más cuesta arriba lanzarse al Referendo contra la Constitución Nacional de 1999. Desde Caracas - Venezuela, 20 de mayo de 2025
¡Libertad para Enrique Márquez y todos los presos políticos!
¡Cese al cerco policial, el asedio, el hostigamiento y la intimidación pública contra Juan Barreto!
Por la Plataforma Ciudadana en Defensa de la Constitución
Oly Millán Héctor Navarro Antonia Muñoz Gustavo Márquez Ana Viloria
Juan García Edgardo Lander Carlos Mendoza Potellá Roberto López Mariano Crespo Santiago Arconada